Relatos de callejón II- Servidor Público

Portada- Relatos de Callejón por Y. J. Rivas

Relatos de callejón

II

Servidor Público

Nadie me dijo que sería tan difícil, no me advirtieron que el deseo del ser humano puede ocasionar cosas terribles. En los libros encuentras únicamente lo que en teoría es el mundo y la verdad es que, la realidad a la cual nos enfrentamos, no está editada en páginas de los diarios o las revisas. De hecho, los libros de autoayuda están parcializados por su temática y se basan, generalmente, en las experiencias de otros. Desde que nacemos nos moldean para ser el «ciudadano modelo» el cual consiste en ser lo que sociedad desee que seamos y hacer lo que la sociedad necesite que hagamos.

Entonces allí estoy yo, con un arma en mi mano derecha apuntándole directamente a la cabeza. No recuerdo en que momento apreté el gatillo, de hecho no recuerdo siquiera la detonación pero allí estoy acabando de cometer el primer asesinato de mi vida. Su mirada vacía y la mancha roja en la pared, son las pruebas contundentes de que mi tiro no falló, de que mi plan, ha dado resultado.

Pero como cosas de la vida, esto no es una película donde el protagonista asesina por el simple hecho de ser héroe, donde la moralidad es sobrepasada por el simple acto de actuar a merced de lo que se cree, es la decisión correcta. Yo aquí no me considero un héroe, no soy el estereotipo de guerrero legendario que sacrifica su vida para el bien común. Claramente estoy del otro lado de la historia, la historia que no queremos escuchar por el simple hecho de que no hay nada heroico, nadie quiere escuchar las versiones de sus villanos por que estos están fuera de los estándares de los ciudadanos modelo… la mayor mentira de la historia.

Yo me desligo de mi título de héroe pero aquel al que he matado, probablemente lo quieran conocer como el villano. Lo he matado por el simple hecho de que, en el ejercicio de sus funciones, ha pasado por sobre mí. Él ¡un novato! e imberbe recién graduado, se ha atrevido a robar mis ideas para ascender y ser mi jefe. ¡No podía permitir eso!

Tuve que investigarle. Hoy en día no hace falta ser un detective, lo único que debo hacer es ver su página de facebook, seguirlo en twitter, leer su blog personal y fingir ser su amigo. Encuentro que, el muy infeliz, ha establecido relaciones ventajosas en los negocios y ha logrado cerrar un trato de más de 2.000.000  dólares con una empresa norcoreana. La celebración es grande en las oficinas y los altos ejecutivos ven a la nueva celebridad con buenos ojos. Era el momento de otra ascensión.

Pero yo no podía permitir eso, no podía dejar que se atreviera a pisar mi cabeza y hacerse con mis clientes, mi ventaja es la práctica. En mis archivos tengo toda la información que necesito para comprobar que la empresa, no sólo es millonaria sino que además, están inmersa en actividades catalogadas por la sociedad como ilegal e inmoral. No me malinterpreten, apoyo el negocio de la prostitución pero por ¡por todos los santos, niños! eso si que era infame, incluso para mí.

Las reuniones y los ejecutivos van y vienen. Sonrisas, saludos, palmadas en la espalda y reconocimientos públicos y todo por hacer negocios bajo la mesa. De hecho quizá debería escribir un libro donde me dedique a explicar como seguir las reglas no te garantiza una vida plena y probablemente tenga éxito porque no conozco a nadie que haya seguido los paradigmas escritos en los libros y haya sido exitoso. Por un tiempo había olvidado el tema pero bastó con que el desgraciado se burlara de mi para despejar mi mente de toda duda y así, decidí hundirlo.

Con gran astucia, até los cabos sueltos, grabé conversaciones, tomé fotografías y revisé emails. No necesitaba de policías, no quería más buitres sobre mi presa. Cada ejecutivo fue localizado y me tomé unos minutos para exponerles mi visión del mundo, que ellos me hablaran de la suya y que en otras circunstancias, realmente hubiésemos sido grandes amigos, pero es difícil hacer amigos cuando se les apunta con un arma. Cada uno recibió una visita inesperada en su hotel. El Modus operandi es hacerse pasar por el mesero de room-service y ofrecerles un servicio especial VIP totalmente gratis. Siempre fui bueno para las ventas y los idiomas así que eran unos conejos y yo un buen cazador. Cada uno, fue encontrado con una bala en la cabeza y las pruebas físicas de su delito.

Pero mí querido amigo fue más difícil, era el conejo mayor y era algo escurridizo pero eso no fue problema para mi. Lo encontré con su «compañera» en su nuevo apartamento ubicado en las zonas más prestigiosas de la ciudad de Caracas. Aquella niña saltó de terror al verme parado en la puerta sosteniendo mi arma, apuntándoles directamente. Le hice señas con mi arma a la desdichada criatura para que se retirara. Mi amigo, que antes se burlaba de mi, ahora me suplicaba por su vida. Le explique que, en la vida de los negocios siempre hay sus desniveles, que por mucho que hayamos subido a la cúspide de nuestras carreras no había garantías de permanecer allí siempre y cuando te mantuvieras al trote y no descuidaras tus cuentas.

Él había descuidado muchas cuentas y una de ellas era pavonear lo rico que se había hecho. Yo le lancé las fotografías, las copias de los correos, incluso una grabadora con sus conversaciones. Al verlas supo de su gran error. Ya no podía dudar, ya no había tiempo. No eran necesarios los protocolos, las agendas, las conferencias. Éramos sólo él y yo y las cartas estaban sobre la mesa. Disparé, mi corazón latía con tanta fuerza y me concentré tanto en ello que no escuché la detonación, únicamente vi la bala atravesar su cráneo y éste rebotar contra la pared. La mancha de sangre fue la señal de que todo había terminado.

Me retiré del hotel, satisfecho por mi empresa. Siempre fui bueno en los negocios pero no muy bueno asesinado. La policía me encontró, me arrestó por asesinato premeditado de 12 personas, a decir 9 hombres y 3 mujeres. Pero siempre fui bueno en los negocios, era obvio que esa empresa debió hacer tratos conmigo y entonces probablemente había sido yo el que estuviese en la habitación, habría sido yo quien descansara con un bala en la frente. Hice mis cuentas muy bien, desvié fondos a un cuenta personal.

Durante el juicio los tecnicismos rebotaban de un lado al otro pero una cosa si entendía, se me halló inocente por pruebas insuficientes. Tal vez sería por el soborno al juez o porque mi abogado fue muy convincente al mostrarle las fotos de las jovencitas que eran vendidas como un producto de placer y que las comparó con sus hijas, quizá fue la falla del sistema. Yo era culpable, yo metí una bala en la cabeza a cada uno de ellos pero salía libre de cargos. Salí como un servidor público y como cualquier servidor público que se vale de chantajes y sobornos, salí millonario.

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2 respuestas a “Relatos de callejón II- Servidor Público”

  1. Muy bueno ! Sigue así.
    Saludos.

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